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Miu Miu muestra moda burguesa y juguetona
Miu Miu solía ser la traviesa hermana menor de Prada, pero ahora es una tía joven y pícara. El más reciente espectáculo de Miu Miu, provocadoramente pulido y con una majestuosa puesta en escena, empezó y terminó con bragas. Comenzó con una secretaria traviesa con un vestido transparente de lunares para ver mejor su ropa interior; y terminó con un trío de chicas en bragas hechas completamente de strass: rosa, verde y dorado reflectante. Además de las bragas, llevaban sudaderas ajustadas de cachemir, con minilogotipos.
En todo momento, la colección logró ser cerebral pero también abiertamente sexual, como si todas las mujeres en este desfile mixto estuvieran en camino a una cita con un nuevo amante. Una colección muy sexy, pero sin dejar de ser Miu Miu, muy sofisticada.
Presentada dentro del Conseil de Surveillance, un gigantesco edificio modernista de los años 30, la colección fue la última entrega de una marca importante en la temporada internacional de 26 días que comenzó oficialmente el viernes 12 de febrero en Nueva York.
Por último, pero no menos importante, la colección también pareció capturar el anhelo de un romance inesperado, que fue un hilo conductor durante la temporada actual. Después de cuatro semanas dominadas por ropa bastante conservadora, fue refrescante ver algo de moda atrevida en una pasarela elevada.
El hombre Miu Miu era una figura más convencional y llevaba pantalones, a diferencia de todas las chicas del desfile. Una buena tercera parte de las mujeres usaba anteojos, lo que aumentaba la sensación de un grupo de literatas al acecho.
Una modelo de baja estatura y aspecto no profesional dio inicio al desfile con el look de apertura. Sus medias subían por encima de la parte inferior de su suéter, con una falda semitransparente de lunares. Muchos de los tejidos eran tan ligeros y esponjosos que resultaban transparentes.
Luego, cuando la diseñadora Miuccia Prada se dedicó a la sastrería, sentías que todas las mujeres del público querían cada look, a juzgar por sus miradas intensas y el hecho de que estaban boquiabiertas. Destacaron las chaquetas cuboides en mostaza o lana gris; y una serie de abrigos y blazers de punto fruncido que se sentían muy vigentes. Hasta llegar a posiblemente el vestido más bonito de toda la temporada, un vestido de negligé beige decorado con lentejuelas, pedrería y flores de plástico, que era de una belleza increíble.
Todo el espectáculo estuvo impulsado por una banda sonora sensacional, con percusión industrial agitada mezclada con un saxofón de jazz latino chirriante, que recordaba las escenas más tórridas de "El último tango en París", película que, por cierto, fue filmada a dos puentes de distancia de donde se celebró este desfile sobre el Sena.
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