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La Alta Costura de París arranca con tres desfiles de prêt-à-porter y una fiesta en el jardín
La semana de la Alta Costura de París comienza oficialmente el lunes por la mañana, pero algunas marcas inteligentes quisieron aprovechar este marco para presentar antes, como hicieron Paco Rabanne, Patou y Alaïa con tres desfiles muy logrados el domingo por la noche.
Todas ellas con prêt-à-porter; ya fuera con estilo, elegantes o con poder. Las tres destilan el tipo de garbo que sólo se consigue en París. Al igual que la elegante fiesta en el jardín organizada el domingo por Delvaux en el Palais Royal. Los invitados tomaron champán y ginebra, el cóctel de moda del año, mientras el sol se ponía en el famoso jardín, donde se encuentra la flagship store parisina de la elegante marca belga de bolsos.
Paco Rabanne
La acción comenzó a las 5 de la tarde en el interior del Palais de Tokyo, con una estimulante exhibición de Paco Rabanne, en la que el elenco pisó fuerte con botas de guerrera ciberpunk, rematadas con perlas, cadenas y costosos desechos en una pasarela elevada de rejilla metálica sujeta por andamios.
"¡Lucha por el feminismo!", exclamó el diseñador de Paco Rabanne, Julien Dossena, tras una visión oscura y plateada, la primera gran colección de cualquier ciudad que refleja la invasión rusa de Ucrania.
Casi todas las modelos llevaban un pañuelo tipo Babushka, muchos de ellos con tachuelas, acabados en ojales o confeccionados en malla metálica. Una mezcla de reina Isabel con un asesino de cine negro, en un nuevo fetiche perturbador.
La invitación de Dossena era de goma de látex negra y sus looks más atrevidos eran vestidos de cóctel expresionistas abstractos de látex líquido que conseguían ser caóticos y melódicos al mismo tiempo. No había nada de delicado en estas prendas, con mezclas de vestidos Marilyn con acabados funky o cortando vestidos de fiesta cortos que se transformaban entre látex, malla metálica y encaje.
Las faldas de malla semitransparente estaban adornadas con cuentas súper reflectantes, y las gabardinas llevaban cinturones militares plateados. Paco Rabanne siempre ha explorado los materiales, pero en un registro actualizado, y esta colección fue un gran ejemplo de ello.
Muchos conjuntos parecían muy brillantes, como si emergieran de una repentina lluvia de sol, hasta la brillante princesa ciberpunk en crinolinas cortas y divertidas. Antes de la pandemia, el estilo de Dossena era bastante de ciencia ficción. Esta ropa tenía mucho garbo, pero garbo distópico.
"Hay un poco de caos, violencia y rabia en la elección de los materiales. Y trato de trabajar en ello. Primero fue lo de Ucrania y ahora están leyes que impiden el aborto (en Estados Unidos). Siento que va a haber una larga lucha, y esta colección da a la mujer la ropa con la que luchar. Sensualidad radical, sin disculpas", concluyó el diseñador francés.
Patou
Una hora más tarde, a sólo 100 metros de Notre Dame, Guillaume Henry organizó su primer desfile para la casa Patou, tras un lustro sólo de presentaciones.
Una muestra íntima en el interior de la relativamente modesta casa de la marca. Puede que Patou sea propiedad de la mayor empresa de lujo del mundo, LVMH, pero está dirigida como una start-up.
Su sede se encuentra también al lado del despacho del comisario Maigret. La ropa tenía cierto misterio, especialmente las batas de tafetán con volantes y las camisas de mosquetero que Henry ha convertido en un motivo ligero durante su mandato en Patou.
Sin embargo, abrió un nuevo camino con unas botas de cordones hasta el muslo, combinadas con minifaldas plisadas y boleros artísticamente confeccionados. Es bueno ver a Henry jugando con vestidos de cóctel ajustados y vestidos de estilo abrigo, en una colección impresionante y cohesionada del popular diseñador francés.
"Nos gusta tomarnos nuestro tiempo y echar raíces. Es bueno ver los frutos. Ahora, la próxima parada es una tienda Patou", comentó Sidney Toledano, presidente de LVMH Fashion Group, y máximo responsable de este novedoso experimento de moda.
Alaïa
El domingo culminó con un desfile triunfal de Pieter Mulier, en su tercera colección para la casa Alaïa.
El desfile tuvo lugar en la que será la nueva flagship de Alaïa, la antigua gran tienda de Lanvin, situada al principio de la meca de las compras, la rue du Faubourg Saint-Honoré, a dos pasos de la mayor tienda mundial de Hermès.
El elenco desfiló por el edificio con medias ergonómicas de seda tejida, sobre las que se colocaron faldas y vestidos de gasa elástica con pliegues y drapeados, o dirndls con volantes. Múltiples looks terminaban con elaborados nudos vistos en blusones de cuero acolchados o faldas de punto de seda con ojales.
"Quería que fuera puro y sencillo, aunque en la construcción no lo sea en absoluto", explicó el diseñador en el backstage.
Al preguntarle por los nudos, respondió: "Siempre quise drapear en mi anterior trabajo, pero no pude. Pero este atelier es muy bueno en eso, así que pude cortar cuero o tela. Para mí, todo esto consiste en empoderar", sonríe.
Las grandes chaquetas bomber de denim rematadas con una docena de collares de perlas y nácares en bruto eran totalmente de estilo Alaïa, como gran parte de esta colección, tan coherente con el ADN de la marca.
Además, los zapatos de Mulier fueron geniales. Tacones de metacrilato cortados como etiquetas electrónicas de arresto domiciliario, o tacones hechos con copias de piernas dignas de modelos. Las mismas formas fueron utilizadas como anillos para esposar las mangas de los abrigos de gran tamaño, o lo que Mulier denominó "arquitectura moderna".
Como gran parte de la moda del domingo en París, que, incluso antes de que se haya presentado un solo look de Alta Costura, parece rebosar de ideas.
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