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El sujetador sobrevivió a beatniks y hippies como "objeto de seducción"

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EFE
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1 oct. 2012

Sevilla - El sujetador ha sobrevivido a la ira de las mujeres del movimiento beatnik y al rechazo de las hippies por ser un "objeto de seducción", según ha dicho a Efe Francesc Puertas, experto en corsetería y autor de "El sostén, mitos y leyendas... y manual de uso", publicado por la cordobesa Arcopress.



Francesc Puertas, experto en corsetería y autor de "El sostén, mitos y leyendas... y manual de uso"


Las mujeres del movimiento beatnik "quemaron sujetadores en la plaza pública por considerarlo un invento de los hombres, mientras que las hippies se limitaron a prescindir de ellos", ha señalado Puertas al constatar cómo esta prenda se ha impuesto hasta el punto de que "se ha pasado de esconderlo a buscar formas de que se vea" y sobresalga sobre prendas externas.

Puertas ha señalado que Howard Hughes fue de las personalidades que más hizo por que, hace algo más de medio siglo, se generalizara el uso del esta prenda, cuando encargó a un ingeniero que diseñara un sostén que "hiciera puntiagudo y proyectado hacia delante" el pecho de Jean Roussell, para la película "El forajido".

Fue la misma Roussell con Marilin Monroe quienes popularizaron definitivamente el uso del sujetador con el filme "Los caballeros las prefieren rubias", ya que esta prenda les permitió lucir "aquellos vestidos ceñidos y aquellos pechos puntiagudos, "en una tendencia que dura hasta hoy", según Puertas.

Las principales marcas de sujetadores que se conocen en la actualidad nacieron en los años cincuenta, muy influidas por Hollywood, según el autor, quien también sitúa en Estados Unidos otros hitos en la evolución de esta prenda, como el registro de la primera patente de la prenda.

Fue Mary Phelps Jacobs, quien incapaz de soportar las ataduras del corsé, inventó un sostén "uniendo dos pañuelos que, con la ayuda de una criada, ató con cintas, con lo que ganó en movilidad y pudo lucir el pecho, sin exagerar", lo que le valió para registrar la primera patente en 1914.

El uso del corsé era tan común en esos años que Puertas ha consignado en su libro cómo el departamento de Guerra de Estados Unidos, ante la necesidad de materias primas impuesta por la Primera Guerra Mundial, pidió a las mujeres que donarán estas prendas para reutilizar los hilos de acero, gracias a los cuales se construyeron dos buques de guerra.

Entre los diseñadores que repudiaron el corsé y buscaron piezas más confortables que sujetaran el pecho de las mujeres, Puertas ha señalado las creaciones de autores como Herminie Cadolle, cuyos herederos siguen teniendo tienda en París, y Paul Poiret, muchas de sus creaciones se distinguieron por su espíritu "anti-corsé".

También ha merecido un capítulo Ida Rosenthal, como inventora del tallaje de los sostenes y de la clasificación de las copas de estas prendas en cuatro tipos distintos.

El autor ha llegado a los más remotos antecedentes de la prenda, hasta la que ha considerado su primera referencia histórica, que ha situado en Creta 1.700 años antes de Cristo: "Una especie de venda que envolvía el pecho para que no se moviera y permitiera a la mujer algunas actividades como correr".

Los romanos siguieron adaptando esta venda que recibió el nombre de "Strophium" y era una banda rectangular, generalmente de lino que se cruzaba sobre el busto para sujetarlo, ciñéndose a la espalda, una prenda que no evolucionará hasta el siglo XV, "en el que quedará muy desacreditada por asociarse a mujeres de mala vida", según Puertas.

Tras haber efectuado estudios con la Sociedad Española de Senología y Patología Mamaria, el autor ha incluido en su libro recomendaciones para acabar con algunos "mitos", como que usar una talla menor tendrá un efecto reductor, o que para hacer deporte conviene emplear un sujetador muy usado, en vez de uno deportivo.

Puertas cita en sus páginas estudios que aseguran que siete de cada diez mujeres usan una copa inadecuada para su pecho, y que la mitad de los casos de dolores mamarios son por culpa de un sujetador inadecuado que, en algún caso de exagerada sujeción cobre los hombros, han podido provocar migrañas. EFE

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